Visitando el Palacio de Liria

exterior palacio de LiriaEl pasado Diciembre tuve la suerte de visitar uno de los Palacios más famosos y menos conocidos de Madrid. Se trataba del mismísimo palacio de Liria, residencia de la casa de Alba. Y digo suerte porque este palacio, pese a que puede visitarse gratuitamente, cuenta con una larguísima lista de espera. Por ello entenderéis que, cuando me ofrecieron ir, sólo podía decir que sí.

El palacio está situado en pleno corazón de Madrid. En concreto en la calle de la Princesa, en los número 20-22. Ocupa un espacio de 3.500 m2, a los que se añaden unos jardines que, dado su tamaño, son de los pocos jardines privados que aparecen en muchos mapas de la ciudad. Visto este tamaño y su céntrica posición os preguntaréis, y con razón, cómo es que no os habéis fijado en él hasta ahora. El motivo son las enormes verjas que cubren el recinto, de más de dos metros de altura, y que consiguen aislar completamente el palacio del resto de la ciudad.

PENTAX DIGITAL CAMERARincón de los jardines del Palacio de Liria, destinado como peculiar cementerio

para las mascotas de la familia Alba

Una vez sorteadas esas verjas, es como viajar al pasado. No sólo porque frente a nosotros se levanta un edificio del siglo XVIII perfectamente conservado, sino porque todo lo que vemos respira ese aire aristocrático que parece recién sacado de los libros de Historia. Desde los jardines tan cuidados, siguiendo el modelo francés de Versalles, hasta el escudo de armas que preside la entrada principal, y que ya nos pone en antecedentes sobre lo que nos vamos a encontrar. No en vano, en el momento de su construcción, fue considerado el mejor ejemplo de mansión aristocrática, tan sólo superada por el Palacio Real.

Me encantaría mostraros ahora una lista interminable de fotografías que tomé del interior, pero lamentablemente no va a poder ser. No deja de ser una residencia privada, con lo que no está permitido hacer fotografías salvo del exterior. No obstante, si queréis saber qué es lo que hay en su interior, no tenéis más que abrir cualquier libro de arte y ojear sus páginas. Y es que no había, literalmente, un metro cuadrado en todo el palacio del que no colgaran cuadros de ilustres artistas como Velázquez, El Greco, Tiziano, Goya, Rubens, el Bosco, Murillo, y un larguísimo etcétera.

Tal vez esto fue lo que más me maravilló y desagradó a un tiempo de la visita: el recargamiento excesivo que había en todas partes. Desde las paredes donde apenas había espacio entre los cuadros, a los techos artesonados de los que colgaban lámparas cada cual más grande, y terminando con los muebles tan repletos de objetos que, sinceramente, llegaba a resultar agobiante.

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Salón de Goya, con Retrato de Cayetana de Alba al fondo

En el fondo, sin embargo, no dejaba de ser esto lo que esperaba encontrarme. Salvando las distancias, pensar un momento en las casas de las abuelas, repletas de fotografías de todos los nietos, de recuerdos recopilados a lo largo de los viajes de toda una vida, y de ese millar de estatuitas y adornos a cada cuál más recargado, pero que por algún motivo siempre gusta a los mayores.

Y está claro que la duquesa de Alba, doña Cayetana, no deja de ser una más de esas adorables ancianitas, y que por tanto mantiene el gusto de recargar su casa con todo tipo de objetos. Con la diferencia, claro está, de que su casa tiene más de doscientas estancias (26 de ellas son salones), y que esos objetos proceden de todos los rincones del mundo y han sido elaborados por los más grandes artistas de los últimos siglos… Ventajas de pertenecer a la familia más rica y poderosa de España, y casi de toda Europa.

Una familia con historia

Antes de proseguir con la visita al palacio, conviene hacer una pausa en el camino para conocer un poco más de esta ilustre familia. Tranquilos, no os asustéis. No tengo intención de enumerar uno a uno los integrantes de la casa de Alba desde su fundación, porque eso bastaría para llenar una enciclopedia entera. Pero al menos dejar que os resuma un poco la vida de la Casa de Alba. Lo justo para entender cómo es posible que, bajo un mismo techo convivan, entre otros miles de objetos, un cuadro de la Infanta Margarita atribuido a Velázquez (el otro que existe en el mundo se encuentra en el Museo del Prado), junto a una carta de puño y letra de la Reina Isabel II de Inglaterra.

Comencemos la historia con los primeros propietarios del palacio de Liria. Curiosamente, no fueron los Duques de Alba de Tormes (título nobiliario completo), sino una familia aristocrática y de origen británico llamada los duques de Berwick. El I duque de Berwick, James Fitz-James, resultó ser un hijo ilegítimo del rey Jacobo II de Inglaterra, y que a inicios del siglo XVIII llegó a España para ponerse a las órdenes del francés Felipe de Borbón, por aquel entonces pretendiente al trono español durante la Guerra de Sucesión. Fue precisamente su ayuda en una batalla decisiva, lo que llevó al rey Felipe V a ofrecer el Ducado de Liria y Jérica al duque de Berwick, en 1707. Era este el inicio de un linaje nobiliario que no haría sino añadir más títulos con el paso de los años.

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Escalera principal del palacio de Liria

Nada más obtener el ducado, Berwick inició la construcción de su futura residencia. Y como la situación política todavía no era estable por aquel entonces, los duques de Liria no dudaron en construir el palacio cerca del cuartel destinado a las tropas de Guardia de Corps, que eran las encargadas de proteger a la familia real. Este Cuartel ha pervivido hasta nuestros días con el nombre del Cuartel del Conde-Duque. No obstante, sería el III duque de Alba quien concluiría las obras, inspiradas en el neoclasicismo de París, ya que fue la capital francesa la residencia del duque hasta su traslado a Madrid.

Los años pasaron sin más problemas para los Alba, hasta que en 1802 falleció la XIII duquesa de Alba, conocida sobre todo por ser la musa de Goya. No en vano se sospecha que es ella la protagonista de las célebres pinturas “La maja vestida” y “La maja desnuda”, junto a numerosos retratos menos polémicos. El caso es que esta duquesa falleció sin hijos, lo que llevó a la necesidad de unir las casas nobiliarias de Alba y la otra rama de los Berwick (Liria). En concreto fue bajo el XIV Duque de Alba de Tormes y VII Duque de Berwick, Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva.

Un tesoro por dentro y por fuera

El palacio es un ejemplo más de típico palacio urbano del s. XVIII, compuesto por tres plantas y rodeado por una amplia valla que le aleja de la primer línea de calle. Si bien su planta rectangular es mucho más larga de lo normal… tal vez porque necesitaba más espacio para todo lo que iba a albergar. La primera planta es de piedra almohadillada (se denomina así cuando las piedras tienen los bordes hundidos) y en su interior se encuentran las estancias destinadas a la servidumbre y mantenimiento del palacio, además de una impresionante biblioteca con más de 9.000 libros. Esta planta nunca se abre al visitante. La segunda es la planta noble, para las estancias privadas, mientras que la tercera destaca por sus ventanas con forma de friso.

PENTAX DIGITAL CAMERADetalle de la fachada del palacio, donde son claramente visibles las tres plantas

En los extremos del edificio están las habitaciones que actualmente sirven como residencia de la familia Alba, más pequeñas que las del resto de palacio. Aunque sí son lo suficientemente grandes como para que los distintos miembros de la familia no se encuentren ni de casualidad. Sino, sirva la anécdota de que el guía que mostró el palacio, no tenía la más remota idea de si Doña Cayetana se encontraba en la mansión durante el momento de la visita.

Afán coleccionista

Podría decirse que el grueso de la colección artística de los Alba se consiguió gracias al XIV duque de Alba. Ya he comentado antes que éste fue el duque que unió a las familias Alba y Berwick, debido a que la XIII duquesa de Alba murió sin descendencia. Sin embargo, esta ruptura en el árbol genealógico vino acompañada por un grave litigio. Y es que el nuevo duque, que por aquel entonces contaba con ocho años de edad, no aceptó el testamento de la duquesa predecesora, y que había repartido gran parte de sus bienes entre varios amigos: De la fastuosa colección artística con la que contaban los Alba por aquel entonces, el duque Carlos Miguel recibió sólo 30 cuadros, ya que el resto fueron enviados a muchos amigos de la familia, incluido Manuel Godoy, (valido del rey Carlos IV), y que terminarían en museos extranjeros.

Tal vez este espolio de las riquezas familiares, explica la obsesión del joven duque por atesorar obras artísticas. Antes de instalarse definitivamente en Liria (vivía en París, junto al resto de su familia), realizó un largo viaje de nueve años por todo el mundo, que le permitió reunir una colección artística sin precedentes. Al final del mismo consiguió reunir más de doscientas pinturas, amén de miles de joyas, lujoso mobiliario perteneciente entre otros a Napoleón, y grabados de incalculable valor.

Pero el Grand Tour que realizó no le salió precisamente gratis. Al volver a España, donde sus rentas empezaban a menguar, contaba con un desfase presupuestario que le obligó a pagar las deudas que tenía malvendiendo más de ochenta piezas recién conseguidas. Algo que tuvo que repetirse con los siguientes duques, hasta conseguir recuperar la estabilidad económica.

Comenzar de cero

Pero el dinero y todos sus títulos nobiliarios poco pudieron hacer ante la llegada de la Guerra Civil. Como le ocurrió al resto de edificios de la zona, sufrió los estragos de los bombardeos y en 1936 tuvo lugar un incendio que arrasó hasta tal punto el palacio, que sólo quedaron en pie las cuatro fachadas principales. Afortunadamente, la familia del duque ya se había trasladado por aquel entonces a Londres, y también se habían guardado las obras artísticas de mayor valor al Banco de España y la embajada británica.

La reconstrucción del palacio, realizada entre los años 1948-56, fue impulsada por la actual duquesa de Alba, Doña Cayetana, puesto que su padre falleció en 1953 cuando sólo se habían efectuado los trabajos de cimentación. En concreto, la reconstrucción y conservación del palacio fue una promesa que la duquesa le hizo a su padre en el lecho de muerte, prometiéndole también que volvería a convertirse en la residencia oficial de la familia. Para estas obras la duquesa invirtió una fortuna que, según algunas fuentes, llegó a ser la mitad de todo lo que tenía.

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«Infanta Margarita con vestido rosa», de Velázquez

Por otro lado, la reconstrucción del palacio permitió crear nuevos salones con una decoración y nombres de acuerdo a las colecciones artísticas que albergaban. Como ejemplo tenemos el Salón italiano, el Salón Goya dedicado a las obras del genio español, gran amigo de la familia; o el Salón español, donde se encuentran obras de los más grandes artistas españoles: desde El Greco hasta Zuloaga, pasando por Ribera, Murillo y Zurbarán. También se incluye en este salón el Retrato de la Infanta Margarita atribuido a Velázquez (copia del original que se encuentra en el Museo del Prado), si bien otros expertos señalan que es una réplica de su ayudante.

Todas las obras siguieron siempre los planos y la ambientación original del palacio. Ello ha permitido que, pese a que se trata de una reconstrucción reciente de casi el 90% del edificio, apenas se perciba la diferencia y parezca un palacio del siglo XVII en su totalidad.

Como elemento llamativo, destaca el enorme escudo de la casa de Alba, en forma de mosaico, situado en el recibidor. A cada lado del mismo figuran los años 1707 y 1953. La primera fecha alude a la fundación de la familia Alba, y la segunda al fallecimiento del padre de la actual duquesa de Alba, por ser el impulsor inicial de la remodelación del palacio. Tras cruzar el recibidor, se encuentra la escalera principal coronada por un friso adornado con un lema de Cicerón referente a conservar el legado de los antepasados. Una idea que nunca ha abandonado Doña Cayetana.

Colección de colecciones

Sería imposible enumerar el listado completo de las pinturas que alberga el Palacio de Liria. Sinceramente, creo que ni los propios inquilinos de la mansión serían capaces de tal proeza. Por ello, para no cansaros con cientos de artistas o los títulos de todas sus obras, me limitaré a mencionar algunas que llamaron especialmente mi atención, tanto por su originalidad, procedencia o incluso anécdotas que rodean a la pieza.

Uno de los que más me sorprendieron por su tamaño y su autor, fue el retrato de La duquesa Cayetana con vestido blanco, de Goya. Así mismo, llama la atención un retrato ecuestre de la actual duquesa a los tres años de edad, pintado por Zuloaga, donde aparece montando un poni y está rodeada por mascotas y juguetes como un muñeco de Mickey Mouse. La anécdota sobre esta curiosa incorporación, relata que el pintor no conseguía que la duquesa se estuviera quieta mientras realizaba lel retrato, y sólo lo logró cuando permitió que ella tuviera a su lado su muñeco favorito.

fotos-madrid-exposicion-casa-alba-cibeles-018Retrato de Cayetana de Alba, de Zuloaga,

durante la exposición sobre la colección de la Casa de Alba

Como amante del arte renacentista italiano, el Salón italiano fue sin duda el que más me impresionó. En él, destaca en primer lugar un Fra Angelico asombroso por sus dorados, y que es la otra gran obra de este autor existente en España (la primera es la famosa Anunciación, que se conserva en el Museo del Prado). Junto a él, cuelgan de las paredes de este salón obras de Perugino, el Venus y Marte durante muchos años atribuido a Veronese y que ahora se cree era de su alumno Fontana, o una Sagrada Familia copia del original de Rafael, y que el duque Carlos Miguel compró creyéndolo original, gastándose en él una cantidad desorbitada.

Destaca así mismo un gran lienzo de Tiziano con el retrato de Carlos I y la emperatriz Isabel (el resto de obras de esta artista descansan nuevamente en El Prado), y una obra del único alumno conocido hasta la fecha de Leonardo Da Vinci. Para los interesados en el Genio con mayúsculas del Renacimiento, la otra obra atribuida a un alumno de Da Vinci existente en España (aunque algunos creen que es del propio Leonardo), se encuentra también en Madrid. En concreto, en el Museo Lázaro Galdiano, y que merece la pena visitar.

25Virgen de la Granada, Fra Angélico 1426«Virgen de la granada», de Fra Angelico

En cuanto a pinturas flamencas, destaca el Paisaje con ruinas atribuido a Rembrandt. En el caso de que efectivamente sea un original, se trataría de una de las tres obras de este artista existentes en España. Las otras dos son el Autorretrato que hay en el Thyssen, y la famosa Judit del Museo del Prado. Pero sin duda otra de las joyas de la corona de esta colección, es La imposición del Toisón de Oro al duque de Berwick. Se trata de la única obra de Ingres existente en España, gracias de nuevo al afán del duque Carlos Miguel.

0laimposicindeltoisndeo«La imposición del Toisón de Oro al duque de Berwick», de Ingres

La colección no ha dejado de crecer con el paso de los años. En concreto, a la actual duquesa se le debe la incorporación de pinturas de grandes maestros del impresionismo, así como de los maestros de las distintas vanguardias de inicios del siglos XX: Picasso, Joan Miró, Dalí, Corot, Courbet, Renoir o Chagall. Por desgracia, no pude ver estas obras más actuales durante el recorrido, con lo que supondremos que decoran las habitaciones privadas de la duquesa, y que no están al alcance de todos.

Documentos de valor incalculable

Puede que la colección artística de pinturas y esculturas sea la que más asombre al curioso visitante. Pero no puede pasarse por alto la importancia de la documentación histórica que hay encerrada entre las cuatro paredes del palacio. Y es que en su fondo bibliográfico, compuesto por casi 30.000 libros destacan, entre otros, 21 documentos manuscritos de Cristobal Colón, el último testamento de Fernando el Católico, las capitulaciones matrimoniales de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, el testamento firmado de Felipe II, un ejemplar de la primera edición de El Quijote, o una rarísima traducción de la Biblia de Alba, traducción del siglo XV, y que se salvó de la mismísima Inquisición. Uno se marea con sólo imaginarse su valor.

Todas estas obras están expuestas en vitrinas a lo largo de las distintas estancias, y que suelen pasar desapercibidas al lado de los imponentes cuadros. No obstante, merece la pena dedicarles algunos segundos a lo largo de una visita que, eso sí, resulta un tanto atropellada. Pero cómo no serlo cuando hay tanto que ver en tan sólo media hora.

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Retrato de Carlos I y la emperatriz Isabel, atribuido a Tiziano

Por último, entre otros miles de objetos curiosos, no quiero olvidarme de una armadura del conde-duque de Olivares, y que es exactamente la misma que aparece en el cuadro de Tiziano que hay justo al lado. Y entre los tesoros más antiguos conservados, sin duda debe mencionarse un tapiz que representa escenas de la Guerra de Troya, situado en el salón de baile, y que según los archivos ya se encontraba en posesión de la casa de Alba allá por el año 1485. Se trata así de la pieza más antigua conservada en el palacio de Liria.

Qué hacer para visitar el palacio

Al igual que otras propiedades históricas de la familia, el palacio de Liria está gestionado por la Fundación Casa de Alba, creada por la propia duquesa doña Cayetana. En 1974 el palacio fue declarado Bien de Interés Cultural, y por ese motivo se permite su visita de manera gratuita, pese a ser una residencia privada. En concreto puede visitarse cada viernes en tres distintos horarios: a las 10:00, a las 11:00 y a las 12:00, en grupos de máximo 15 personas y siempre con cita previa.

Los interesados pueden reservar su visita directamente a través de la web de la Fundación Casa de Alba

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2 respuestas a Visitando el Palacio de Liria

  1. Me han entrado ganas de visitarlo.

    Interesante entrada; resumida y concisa.

    Abrazo

    • Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te gustara, y de verdad que merece la pena ir a verlo.
      Y ya aprovecho para pedirte disculpas por haber tardado en responderte. Soy de las que gusta hacerlo en seguida, pero no tengo acceso directo al blog desde el móvil, con lo que sólo veo los comentarios cuando entro directamente en él.
      Un abrazo.

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